Desde Gran Bretaña, donde cumple arresto domiciliario, Julian Assange y sus abogados volvieron a la batalla judicial para intentar frenar su extradición a Suecia, donde se lo acusa de violación
Durante más de cuatro meses, hubo bastante silencio en torno a Julian Assange. Desde que fracasó en la lucha contra su extradición a Suecia en primera instancia, el fundador de la plataforma de revelaciones Wikileaks vivía sin llamar la atención en la casa de campo de un periodista amigo en Norfolk, sudeste de Inglaterra, con tobillera electrónica, la obligación de reportarse diariamente y la prohibición de salidas nocturnas.
Este lunes, el australiano se mostró otra vez con ganas de dar pelea, como siempre. Aun cuando la cantidad de fans en la sala del tribunal pareció haberse reducido bastante.
En la segunda ronda de su batalla judicial ante la honorable High Court, calificó la orden de detención que pesa sobre él en toda la Unión Europea de exageración. La Justicia se deja utilizar políticamente, dijo. Los jueces dicen que sí por encargo de la política, añadió.
De todas maneras, aún no se espera una decisión de la High Court sobre si la extradición de Assange corresponde o no.
Las acusaciones de haber acosado sexualmente a dos suecas en agosto del año pasado o incluso de haberlas violado son rechazadas por Assange desde hace meses como puro pretexto.
Ben Emmerson, uno de los defensores del australiano, dijo que comprende que a las dos damas el comportamiento de su cliente les haya resultado "inconveniente o incluso rozando los límites de lo aceptable". Pero fue sexo de mutuo acuerdo y eso no es ningún delito según la ley inglesa. La ley sueca y la inglesa simplemente no concuerdan.
En el caso de que Assange tuviera razón con su tesis de que detrás de todas las acusaciones -desde su punto de vista, infundadas- está el gobierno de los Estados Unidos, entonces la estrategia de sus opositores está dando resultado.
Assange, contra el que hasta ahora ni siquiera se presentó una acusación, está en graves problemas. Desde hace meses, su plataforma Wikileaks no publica nada de trascendencia.
Él mismo despidió a su abogado Mark Stephens, hasta ahora ofensivo y efectivo en los medios, y contrató al letrado especializado en derechos humanos Gareth Peirce.
De la égida de Stephens proviene el argumento según el cual, en el caso de una extradición a Suecia, Assange puede ser entregado a los Estados Unidos y luego ser llevado a Guantánamo, donde le esperaría la pena de muerte. El abogado Julian Knowles descalificó el martes este argumento en declaraciones a The Guardian.
Peirce, que se hizo conocido como defensor de personas detenidas injustamente bajo la acusación de terrorismo, es considerado más prudente que Stephens.
Ya se considera seguro que en el caso de una derrota ante la High Court, será activada la siguiente y más alta instancia, la Supreme Court.
Por lo visto, Assange tiene además problemas económicos. Desde hace meses depende de patrocinadores ricos y de su fantasía. Para pagar la fianza, tuvieron que juntarse unos cuantos amigos famosos de Wikileaks. A través del sitio de subastas en Internet ebay, Assange subastó un almuerzo con él mismo.
A la fiesta de su cumpleaños 40, invitó a muchos famosos, evidentemente con la esperanza de encontrar apoyo financiero. En las invitaciones, incluso se dice que recomendaba dónde aterrizar con el jet privado o el helicóptero. "No decía nada sobre conexiones ferroviarias...", comentó un invitado con ironía a medios británicos.
El libro autobiográfico de Assange, con cuya publicación quiere ingresar millones de dólares a las arcas de Wikileaks para poder financiar su batalla legal y la del sitio, está congelado. La justificación oficial: no quiere entregar información a las autoridades estadounidenses que podría ser utilizada en su contra.
Fuente: infobae
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