Hay cosas que quedan genial en los discursos, pero no tanto en el programa electoral.
Pero aun cuando estos debates pueden ser difíciles, resulta fundamental reconocer que nuestra herencia multiétnica es una fortaleza enorme; que en un mundo que se adivina más pequeño y más interconectado, el ejemplo de nuestras dos naciones prueba que es posible que las personas se unan por sus ideales, en lugar de dividirse por sus diferencias; que es posible cambiar en los corazones los viejos odios y dejarlos pasar, y que es posible que los hijos e hijas de las antiguas colonias se sientan aquí como miembros de este gran Parlamento, y que es posible que el nieto de un keniano que sirvió como cocinero en el ejército británico esté ante ustedes como Presidente de los Estados Unidos. (Aplausos.)
Muy emocionante.
Y considerado porque Obama ha tenido el detalle de ahorrar a su audiencia descripciones poco alentadoras del pasado colonial británico. Es decir, es obligado citar en estos discursos a Churchill por su papel en la guerra o su relación con Roosevelt, pero nunca el Churchill racista que insultaba a Gandhi, el que apoyaba el uso de armas químicas contra la revuelta iraquí de 1920 o el que dejó morir a millones de indios en la hambruna de 1943.
Eso sería de muy mal gusto.
Obama se refirió a su abuelo keniata, Hussein Onyango Obama, que trabajó como cocinero para las tropas británicas. Lo que no dijo es que pasó dos años en un campo de prisioneros durante la rebelión de los mau mau y que fue torturado. Lo contó The Times en 2008, así que tampoco se trata de un rumor que haya aparecido en alguna publicación de medio pelo.
En el 2008, Sarah Onyango, la tercera esposa de Hussein Onyango, dijo a los periodistas que “los soldados blancos” habían visitado la cárcel todos los días para causar lo que describió como “medidas disciplinarias” a los reclusos sospechosos de subversión. “A veces machacaban los testículos con barras metálicas paralelas”, dijo. “También le atravesaba las uñas y las nalgas con un alfiler, mientras los mantenían con las manos y las piernas atadas con la cabeza hacia abajo.” Onyango dijo que le han quedado cicatrices permanentes. También se enfrentó duramente a los británicos.
No le hubieran aplaudido tanto. Los británicos creen que extendieron la civilización por medio mundo, no que se dedicaban a arrancar uñas o aplastar testículos.
El nieto del cocinero torturado tiene ahora que mantener el mito de EEUU y Gran Bretaña como las naciones “indispensables”. Lo siento, abuelo, tuviste la mala suerte de nacer en el país equivocado.
Fuente: CUBA DEBATE
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